Diabetes Insípida: Una afección rara pero tratable

El 14 de noviembre es el Día Mundial de la Diabetes, que desde 1991 se celebra para concienciar a las personas sobre el aumento de pacientes que la sufren. Desde entonces, la labor de informar sobre las causas, los síntomas y la importancia de la prevención ha hecho que esta enfermedad sea más conocida. Al menos en el caso de la diabetes mellitus, tanto de tipo 1 como de tipo 2. Sin embargo, existe otro que es la gran desconocida: la diabetes insípida, una enfermedad rara que afecta a 1 de cada 25.000 personas. En nuestro post te vamos a dar las claves para saber identificarla y conocer cómo se trata.

Diabetes insípida: ¿qué es y qué la causa?

La diabetes insípida es una afección que se presenta cuando nuestro organismo tiene dificultades para metabolizar el agua correctamente. Las personas que padecen esta rara enfermedad no pueden mantener la cantidad de líquido que el organismo necesita, haciendo que se pierda más de la que debería a través de la orina. Por eso, los pacientes con este tipo de afección necesitan ingerir una mayor cantidad de líquidos para compensar la pérdida excesiva. Existen dos tipos principales:

• Diabetes insípida central: Su causa está en la carencia de una hormona antidiurética, la vasopresina. Esto puede deberse a un daño existente en el hipotálamo o la hipófisis, por una cirugía, una infección o un traumatismo, entre otros problemas.

• Diabetes insípida nefrogénica: En este caso, los riñones son la causa que impide que puedan responder adecuadamente a la vasopresina, haciendo que no sean capaces de reabsorber de vuelta el agua que ha sido filtrada. Su origen es, en la mayoría de los casos, hereditario aunque también puede aparecer por daños o enfermedades renales.

Síntomas de la diabetes insípida

Como el organismo es incapaz de retener la cantidad de líquido que debería, sin importar el tipo que sea, la diabetes insípida provoca un síntoma muy claro: una sed extrema prácticamente incontrolable. De esa ingesta tan grande de agua y otros líquidos se debería otro de sus síntomas: la producción excesiva de orina. Esto puede llegar a repercutir en el descanso de los pacientes, ya que la necesidad de ir continuamente al baño no se interrumpe cuando duermen, teniendo que levantarse muchas veces durante la noche. Por último, otra forma de detectarlo es a través del color de la orina ya que, al beber grandes cantidades de agua, es de un tono más pálido de lo normal.